Si te preguntas ¿Me quiero? o ¿Me respeto?

Posiblemente a la primera pregunta dirías que sí, casi sin dudarlo. A la segunda ¿me respeto? Es muy posible que ya lo pensases más y que dudes en contestar.

Analicemos el significado de respeto.

Del latin respectus, ´atención´ o ´consideración´ de que alguien o incluso algo tiene un valor por si mismo.

De acuerdo al (RAE) entre otros significados, el respeto está relacionado con la veneración o el acatamiento que se hace a alguien e incluye miramiento, consideración y diferencia.

El respeto es uno de los valores fundamentales que el ser humano debe tener siempre presente a la hora de interactuar.

Las dos preguntas del principio nacen de lo mismo, desde puntos aparentemente diferentes.

Volvamos a la pregunta ¿Me quiero? para contestar a esta pregunta es necesario analizar los sentimientos que me acompañan habitualmente a lo largo del día.

La respuesta seria Si, cuando los sentimientos que mayoritariamente me acompañan son de alegría, pasión, aprecio, satisfacción, gozo…

La respuesta seria NO, si por el contrario los sentimientos que me acompañan son de rabia, miedo, dolor, tristeza, culpabilidad…

El quererse proviene de la compañía de pensamientos y sentimientos que uno elige cada día, esa decisión no es causada por lo que sucede en el día, si por la respuesta que se elige antes los sucesos del día. Y esa es responsabilidad de cada uno, elegir las respuestas, tanto mentales como emocionales.

Si me respeto me valorare y me apreciare y por lo tanto me venerare, si hago esto me esforzare en escoger la compañía de la alegría, el gozo, la satisfacción.. la ilusión.

La mayoría de las personas cuando se habla de respeto, automáticamente piensan desde si mismos/as hacia l@s demás, normalmente se olvidan obvian que el respeto nace de la interactuación con uno mismo. Nace de la coherencia entre lo que pienso y siento, con lo que digo y lo que hago.

Es imposible que haya respeto hacia otros si previamente no existe esa coherencia y por lo tanto respeto hacia un@ mism@.

El respeto se fortalece con el esfuerzo por mantener en todo momento esa coherencia entre lo que pienso, lo que digo y lo que finalmente hago.

Si no hay esfuerzo, es imposible que exista alegría, gozo, ya que ambos se alimentan del respeto hacia uno mismo, y por ende hacia los demás.

¿cuántas veces has pensado, que bien me siento cuando tal o cual cosa? Pero finalmente por uno u otro motivo “falta de tiempo”, “comodidad” … lo dejas, sobre todo lo que concierne al tiempo que se dedica a un@ mism@.

Una buena parte de las personas, gran parte de lo que hacen, dicen y hacen, está relacionado con buscar la aprobación y valoración de las personas que les rodea, y no escatiman esfuerzos para lograrlo.

Sin embargo, cuando se trata de dedicarse tiempo a un@ mism@ la cosa cambia

¿cuántas veces has comenzado alguna actividad, tarea, proyecto que tienen que ver con tu desarrollo personal o emocional? ¿Cuantas veces lo has terminado? ¿cuántas veces has sido constante en esa práctica o actividad?

La felicidad, la verdadera alegría, es al que está basada en SER, y no en TENER.

La felicidad basada en el tener, tarde o temprano desaparece, sin embargo, la que está basada en SER, esta te acompaña en todo momento.

La alegría, el gozo, nacen del respeto. Tu eres el/la responsable de tu felicidad, de tu bienestar personal y para ello es necesario el respetarse para llegar a amarse.