La unión de las tres conciencias y apertura mental

 

Para que la meditación pueda hacer un cambio en nuestra vida necesitamos expandir nuestra mente para que ésta acepte e integre inteligentemente los resultados prácticos de nuestro avance interno.

Este paso del crecimiento nos llevará a realizar la síntesis que sella nuestro crecimiento en tercera dimensión, que es unificar la mente con el corazón.

LA UNIÓN DE LAS TRES CONCIENCIAS

Hablamos de conciencia, pero ¿qué es la conciencia? Es el factor permanente que da continuidad a nuestro vivir, lo integra y le da su marco comprensivo.

En la tercera dimensión tenemos tres instancias distintas de conciencia, ya que dicha dimensión se caracteriza por la fragmentación.

La clave de este proceso es unir las tres conciencias y fusionarlas en una sola, que es la superconciencia o supraconciencia.

Llamamos «supraconciencia» a la percepción de la inmutable y eterna naturaleza del Ser Superior.

Pero el supraconsciente se enhebra con las otras dos conciencias: el subconsciente y el consciente.

El subconsciente funciona con vibración baja. El consciente lo hace con vibración media. El supraconsciente lo hace con vibración alta. ¿Qué quiere decir esto?

La vibración es una variable que depende del nivel de creatividad y de conciencia espiritual.

El subconsciente tiene una baja vibración energética porque se basa simplemente en repetir algo aprendido en el pasado. No interviene en él ninguna capacidad superior de nuestro Ser.

Nuestro yo físico tiene un nivel vibratorio medio (un poco más elevado que el del subconsciente), pues cuenta con mayor autonomía, mayor capacidad para decidir por sí mismo, y también puede aplicar un pensamiento a la acción. Es decir que puede revisar su propia actuación y juzgarla a través del pensar racional.

El supraconsciente vibra alto, porque realiza a la perfección sus funciones, dado que su energía proviene de la sabiduría acumulada en nuestro Yo Superior. La intuición es su lenguaje. La intuición es nuestra voz interna, que siempre nos guiará hacia lo más perfecto.

Cuando contactamos y estabilizamos el supraconsciente, las tres vibraciones se funden en una sola para que todos los niveles de nuestra personalidad estén integrados.

Si integramos nuestra mente, comenzará a operar solamente con los datos intuitivos que provienen de nuestro Yo Superior.

De esta manera comenzamos a tener en nuestra vida personal los atributos del Espíritu.

Para llegar a tal fin en primer lugar veremos cómo limpiar al subconsciente para que pueda ser enfocado solamente por la mente superior.

EL SUBCONSCIENTE

El subconsciente se encarga de llevar a cabo las órdenes que necesitan ser cumplidas, como los objetivos que nos hemos trazado.

Es una grabadora automática que inscribe en la memoria todo lo referente a nuestro mundo cotidiano. Durante los primeros cinco años de vida el subconsciente está muy abierto, grabando los mandatos de nuestros padres.

Si éstos son negativos, pasan a constituir verdades «estáticas» de nuestra mente, ya que nos empujan a vivir una vida ajena. Éste es el problema más común con relación al subconsciente.

Por lo tanto, hay que borrar los mandatos negativos. La forma de hacerlo es muy sencilla:

El subconsciente se activa con nuestra voz pronunciada en forma un poco más alta que la acostumbrada; en ese tono le ordenamos tres veces seguidas que borre esos mandatos y en su lugar ponga otros positivos. Esto también se emplea para borrar el efecto de lo negativo que se escucha por la calle o en el noticiero.

Por eso uno nunca debe hablar mal de sí mismo, porque tal aseveración va quedando registrada y el subconsciente la hace efectiva, la vuelve realidad. Ni siquiera en broma debemos dirigirnos palabras negativas, porque el subconsciente no tiene humor y graba todo lo que le llega.

Cuando otra persona exprese una idea negativa, di para tus adentros: «esto no lo quiero para mi vida porque yo soy…», y completa la frase con el concepto contrario al escuchado. Si, por ejemplo, lo dicho estaba relacionado con la escasez, formula un pensamiento de riqueza, abundancia y plenitud. Después, a la noche, antes de acostarte, repite esa fórmula tres veces en voz alta, para limpiar cualquier información discordante que haya quedado almacenada a lo largo del día.

Quienes han encontrado la utilización más sabia del subconsciente son los Huna, un pueblo originario de Hawai, que hacen sus oraciones espirituales y, luego, un pedido expreso al subconsciente para que fije y lleve a la práctica lo que se formuló en el rezo anterior.

Transcribo como ejemplo la Oración de Ascensión a la cuarta dimensión de los Huna:

Querida presencia Divina, me comprometo de corazón, alma y mente para pedir mi bendición en el camino de la Ascensión Integrada. Yo deseo moverme más allá de mis miedos y de mi ego negativo para lograr todo aquello que necesito para mi Ser íntegro.
Abro mi Ser en el camino de Ascensión Integrada para cumplir mi servicio individual y grupal.
En el nombre de Dios, acepto mi herencia divina ahora mismo, y doy gracias por la respuesta afirmativa a mi oración. Ya está hecho; vacío mi subconciente y doy lugar a la presencia divina.

Si te acostumbras a tener en cuenta al subconsciente como parte de tu vida habitual, podrás lograr muchos avances en lo espiritual.

Es importante limpiar totalmente al subconsciente, porque en él se encuentran grabadas las tendencias erróneas de nuestras emociones, que pueden ser activadas virtualmente en un futuro. Por eso la limpieza subconsciente nos libera también de los errores de encarnaciones anteriores y despeja de interferencias nuestro camino futuro.

El subconciente, también llamado niño interior, está en un espacio entre el 2° y 3° chakra, un lugar denominado «hara» por los hindúes. Es el centro del poder personal y donde reside el ego con nuestro sistema de creencias o memorias.

Gran parte de la sociedad humana funciona en vibración baja, según la programación del subconciente y sus memorias, en el que se reproducen automáticamente respuestas que el subconsciente guarda, aunque sean inadecuadas al sistema consciente.

La vida moderna utiliza hábilmente este subconsciente colectivo en la propaganda (de todo tipo), que está directamente dirigida al espacio de baja vibración.

Una vez que el subconsciente queda limpio de interferencias, el siguiente paso es parar la «película» del subconsciente cuando estamos dormidos: los sueños. Los estados oníricos son producidos por imágenes acumuladas en el subconsciente durante el día. Para la quietud mental es necesario ir más allá de esas imgenes, que consumen una gran cantidad de la energía psíquica que es necesaria para progresar espiritualmente.

La ausencia de imágenes oníricas provoca un estado de serenidad que permite captar las visiones reales del alma que se comunica en el espacio nocturno del dormir. El cuerpo físico queda acondicionado para recordar su origen divino.

Cuando esto sucede significa que hemos vaciado totalmente el subconsciente; éste se encuentra, pues, preparado para recibir el influjo de la energía supraconsciente.

 EL CONSCIENTE

El sistema consciente es el que de manera habitual emplea nuestra mente, el del pensamiento racional.

El inconsciente personal y el colectivo forman parte de este sistema, es decir, de lo que la psicología llama «aparato psíquico».

La psicología moderna ignora tanto la existencia de la mente subconsciente como la del supraconsciente.

El consciente, como dijimos, es nuestro estado habitual de funcionamiento. El cerebro marca en esos momentos la onda «delta», esto es, la más rápida. Es el estado de mayor separación respecto de la fuente interna.

El consciente en la actualidad ha perdido gran parte de su poder energético a expensas de los mecanismos de defensa del yo.

Por ejemplo, su principal herramienta es la agudeza, es decir, la capacidad de tomar un tema o un problema y analizarlo hasta sus aspectos más profundos, desentrañándolo. Sin embargo, nuestra mente consciente no siempre puede desarrollar esta facultad.

Quienes más han utilizado a su favor la mente consciente son los yoghis hindúes.

 Ellos dicen que el dolor se puede evitar si entrenamos para ello al consciente. El dolor, para los yoghis, es mental. La anestesia -ejemplifican- solamente actúa en el ámbito de la mente: una vez dormido el cerebro, no se experimenta dolor. Por lo tanto, el origen del dolor físico se halla en la mente consciente, que ha aceptado que ese dolor es real.

Sostienen que el consciente está perfectamente capacitado para evitar el dolor.

La facultad psicológica principal de nuestra mente consciente es el discernimiento; éste tiene como condición necesaria la agudeza mental, que es su propiedad mental, su fuerza. El resultado es la claridad mental, es decir, la capacidad de separar lo que es esencial de lo accesorio y de hacerlo con equilibrio, es decir, te-niendo presente la totalidad de nuestra existencia física, nuestras necesidades emocionales y nuestra misión espiritual.

La mente consciente es la que hace los cambios prácticos para que la mente supraconsciente se pueda manifestar plenamente en nuestra vida cotidiana.

LA SUPRACONCIENCIA

 La supraconciencia es la conciencia universal, es decir, la facultad omnisciente del alma de percibir la verdad directamente a través de la intuición.

Ella es capaz de proyectarse en toda la Creación. No tiene fronteras; por lo tanto, es omnipresente.

Nuestra mente supraconsciente se identifica al mismo tiempo con todo el Cosmos, como si éste fuese parte integrante de nuestro cuerpo físico.

El ojo interno del supraconsciente vibra al decir el «Om» hindú, el «Amin» musulmán, el «Hum» tibetano y el «Amén» hebreo. Constituye el poder vibratorio de Dios que se objetiva en la Creación. Nos hace llegar a Dios percibiéndolo en el mundo externo objetivo.

 La conciencia Universal es la divinidad, la energía universal y creadora. También es el estado de meditación denominado «samadhi», en el que se experimenta la unión con la divinidad tanto más allá de la creación vibratoria como dentro de ella.

La mente supraconsciente se desarrolla a través de las distintas dimensiones de conciencia, pero la conciencia universal existe más allá de las dimensiones. Es captar a Dios en su propio plano. Es la entrega total a su amor.

Llegados a esta instancia, se prende la Estrella del Alma (que es un chakra extracorpóreo que se encuentra en la parte superior del tubo de luz de la nave merkaba), luz que nos da la maestría en la espiritualidad humana. Ésta es la meta de todo ser humano en la tercera dimensión; abrir el Chakra Estrella del Alma.

En cuanto se enciende quiere decir que la mente supraconsciente es ya una realidad.

Esto implica haber limpiado nuestro subconsciente de nuestro pasado familiar e incluso del recuerdo mismo de constituir un ser terrenal, ya que de ahora en adelante sólo nos identificaremos con el Yo Superior.

El consciente se convierte en el instrumento del sistema de conciencia supraconsciente en el mundo externo y material. Será su forma de expresión para compartir la luz con los demás seres.

El supraconsciente se halla situado en dos lugares de nuestro ser: el corazón y la mente.

Nos permite saber lo que queramos y ayudar a distancia con su luz.

Cuando el protagonista de nuestra conducta es el supraconsciente, no actuamos con el ego, sino que recurrimos primero a nuestro Ser Superior. Así, nos ponemos de acuerdo con la divinidad antes de realizar nuestro día laboral, por ejemplo.

 EL SAMADHI

 El nivel de quietud de la mente, al que ya hemos aludido, se llama «samadhi» y tiene cinco grados. En tercera dimensión, vemos los tres primeros grados del samadhi.

 El nivel uno es estar inquieto todo el tiempo. El pensamiento salta de un lado a otro. Es fragmentado y repetitivo.

 En el segundo grado de samadhi la persona aprende a estar en calma sólo algunos momentos del día, apoyándose para ello en algo físico (comer algo rico, fumar un puro, darse un baño de inmersión, etc.).

El punto tres de samadhi es poder estar tranquilo o no, dependiendo de factores externos.

 El cuarto grado de samadhi, que corresponde a la cuarta dimensión de conciencia, es la quietud durante todo el tiempo, con algún grado de descentramiento unos pocos segundos por día.

 ¿Cómo se logra la quietud mental en forma constante?

El motivo por el cual el pensamiento se agita y no permanece en calma radica en el enorme trabajo que realiza el corazón físico: éste bombea por día 18 toneladas de sangre venosa a ser purificada, y nunca descansa. Lo que los médicos llaman «descanso entre sístole y diástole», en realidad, es una preparación para un nuevo movimiento cardíaco.

Los grandes yoghis de la humanidad comienzan su entrenamiento de concentración enseñando a sus discípulos a purificar su sangre por medio del yoga, sin que se haga cargo de esa labor el corazón físico.

El corazón energético (que reside en el cuarto chakra y se activa con la meditación merkaba) comienza a purificar la sangre eliminando todas sus impurezas, con lo cual precisamos menos oxígeno externo. Como consecuencia, al tomar menos aire, no se oxidan, no se mueren tantas células, los temidos radicales libres causantes de infinidad de enfermedades tienen menos oxígeno para combinarse y no producen efectos dañinos.

Cuando estamos estresados, nerviosos, nuestros pensamientos van y vienen; en síntesis, cuando tenemos la conciencia fragmentada, respiramos más veces por minuto, de manera inconciente e incompleta y utilizamos cada vez más el oxígeno; ello implica un proceso que acelera el envejecimiento del cuerpo y la aparición de enfermedades.

Con algunas técnicas yoghis se toma el prana por todos los poros del cuerpo.

Nótese que los animales que más tiempo viven son los que respiran menos veces, como la tortuga o el elefante.

Cuando el corazón físico está en calma, los pensamientos cesan de tironearnos.

La mente es la pantalla en la que se proyecta el corazón: si el corazón es turbio, los pensamientos también lo serán; si el corazón está acelerado, los pensamientos también lo estarán.

Los taoístas, como los yoghis hindúes, saben que, en realidad, el que piensa es el corazón, mientras que la mente sólo contempla lo que el corazón le transmite. El corazón es la actividad del hemisferio derecho o intuitivo del cerebro.

En el nivel supraconsciente el samadhi es permanente. El equilibrio mental dura todo el día. Alejamos cualquier rastro de opinión para ver a la realidad hablar por sí sola. Comenzamos a ver a la divinidad y a su lenguaje en todos lados.

El corazón permanece tranquilo, con energía suficiente para conectar con su cuerpo de luz.

«Del libro Mer-Ka-Ba. El acceso a la cuarta dimensión.»