Estas partículas altamente tóxicas de menos de cinco milímetros de diámetro forman parte de muchos productos de belleza como exfoliantes corporales y faciales, higiene personal o pastas de dientes.

Es posible que hayas escuchado hablar del gravísimo problema que suponen los residuos plásticos para el medioambiente, especialmente para los océanos. De hecho, se vierten sobre ellos más de ocho toneladas al año de este material. La concienciación y la lucha contra el plástico es de gran relevancia desde hace unos años, pero es posible que no hayas escuchado hablar de los microplásticos y que los utilices en la rutina diaria.

Estas partículas altamente tóxicas de menos de cinco milímetros de diámetro forman parte de muchos productos de belleza como exfoliantes corporales y faciales, higiene personal o pastas de dientes. Esta presencia casi invisible para el ojo humano es excesivamente perjudicial para el medioambiente y también para la salud. Su tamaño provoca que cada año miles de partículas terminen en los océanos ,donde además de contaminar pueden ser ingeridos por la fauna marina, causando un desajuste en los ecosistemas.

Cargadas de productos tóxicos, estas microesferas se añaden para potenciar el color, mejorar la textura o la exfoliación. Entre ellos el polietileno, polipropileno o poliestireno.

Reino Unido ha dado un paso al frente y ha prohibido la producción de microesferas de plástico en un amplia gama de productos como esponjas y productos como exfoliantes, pasta de dientes y geles de ducha. La prohibición no es completa porque algunos artículos como bases de maquillaje o crema solar todavía pueden contener estas partículas, ya que muchas marcas de cosmética denunciaron que tendrían que reformular el 90% de sus productos.

Durante su comparecencia en el parlamento británico, la responsable del comité destinado al debate sobre esta prohibición, Mary Creagh, dio algunos datos muy claros sobre el impacto ambiental de los microplásticos. «Una simple ducha puede desembocar en 100.000 partículas de plástico más en los oceános». Se estima que en Reino Unido se vierten 86 toneladas de microplásticos al año teniendo solo en cuenta el uso de exfoliantes faciales.

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Si lo extendemos a toda Europa, un estudio de Greenpeace asegura que la cantidad aumenta hasta llegar a 8.627 un equivalente al peso de la Torre Eiffel. Todo procedente de las microesferas de los cosméticos. Desde la ONG estiman que en cada bote pueden encontrarse desde 130.000 partículas hasta 2,8 millones.

Millones de partículas que en muchas ocasiones son ingeridas por la fauna marina y que como consecuencia, en último caso, pueden llegar hasta los humanos, perjudicando la salud. Un estudio publicado en la revista Environmental Pollution por dos investigadoras del Centro Oceoanográfico de Baleares, revelaba que casi un 70% de las bogas, un pez típico del Mediterráneo, presentaban fibras de microplásticos en el estómago.

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¿Cómo entran en la cadena trófica?

Se cree que las microfibras y microesferas de plástico entran en la cadena trófica por la parte más baja, que es el zooplacton. Estos animales microscópicos confunden los microplásticos con alimento, seguramente porque en su superficie se depositan restos orgánicos que sí lo son. El zooplacton traga los microplásticos y después es tragado por peces y moluscos cada vez mayores en tamaño, de modo que el plástico se va acumulando en el intestino del pescado. Si nosotros comemos ese pescado, podemos ingerir con parte de los microplásticos en caso de comer sus tripas.

¿Podemos concluir que los microplásticos se bioacumulan en los peces?

En principio no. Los micropláscticos no quedan almacenados en el hígado o los tejidos de los peces y otros animales marinos, sino que pasan por el intestino y segurament e son expulsados de nuevo al medio. Otra cosa, es que puedan desprender algunos compuestos químicos -tóxicos o no- que se acumulen en órganos vitales y tejidos. Pero esto es algo que por el momento no se ha demostrado. Las microesferas son muy inertes a la reacción química, pero se desconoce si las fibras de origen textil tienen la misma inmutabilidad.

Si no se acumulan en los animales, ¿qué problema tienen para el ecosistema?

En peces y organismos pequeños sí se cree que pueden producir obstrucciones intestinales y muertes. En el zooplacton, evidentemente aunque sean confundidos con alimento no lo son, por lo que aumentan la ineficiencia alimentaria, es decir que hacen que se alimente peor.

Ambas afectaciones podrían hacer bajar las poblaciones de determinadas especies que sustentan la cadena trófica, por lo que se especula con que tengan incidencia negativa en la actual biodiversidad de los mares y ríos, así como en el número de individuos de algunas especies en peligro de extinción.

¿Solo corremos riesgo de ingerirlos si comemos pescado?

No. Un estudio reciente reveló que los microplásticos consiguen también sortear los filtros de las capturas de agua y regresan a nuestros hogares por los grifos, completando así un ciclo que empieza en nuestros desagües. A este respecto, su presencia es mucho mayor en países industrializados. Además, se los ha encontrado en alimentos como pan o sopas, seguramente procedentes del agua.

¿Hay medidas para reducir su presencia?

La organización ecologista Greenpeace publicó hace algunos años un informe titulado Plásticos en el pescado y el marisco, en el que tildaba a los microplásticos de «bomba de relojería ecológica» e instaba a gobiernos e instituciones a reducir su presencia. Estados Unidos ha sido el primer país en reaccionar al problema y prohibe desde enero de 2016 su uso en la industria.

También el Reino Unido ha activado su prohibición, con un veto a su uso en la industria vigente desde enero de este año, sobre todo después del escándalo que supuso detectar una elevadísima contaminación por microplásticos del río Támesis. En la Unión Europea por el momento no existe ningún proyectonormativo en marcha en este sentido.